# 3. Día 2: British Museum. Afternoon Tea. Bloomsbury. British Library. St Pancras. Frozen. Covent Garden.
El día 2 de nuestra estancia en Londres (7 de diciembre) venía cargado de emociones. Era el día más completo de los que teníamos programados. Para afrontarlo con energía, bajamos a desayunar bien temprano. La cafetería del hotel estaba tranquila y prácticamente sola, de modo que pudimos disfrutar de un copioso desayuno en tres fases, como yo le llamo. Fase 1: pan, huevos, café, zumo; Fase 2: yogurt con cereales; Fase 3: saltarse la dieta y comerse dos pastelitos (pequeños, eso sí). Con todo eso metido en el cuerpo, la intención era aguantar lo máximo posible para no tener que perder tiempo en almorzar, aunque ese día teníamos algo muy especial reservado.
Salimos a la calle en dirección a Queensbay, la boca de metro más cercana a nuestro hotel, The Duke of Leinster, en dirección al British Museum. Teníamos las entradas reservadas, que son gratuitas, para las 10:00 h. Llegamos 20 minutos antes de la hora, y nuestra sorpresa fue descubrir la cola que ya se había montado para acceder al museo. ¡Menos mal que habíamos llegado antes de tiempo! Afortunadamente, una vez abren, la cola va rápida, teniendo en cuenta que revisan las bolsas y mochilas antes de acceder. Disponíamos de 3 horas para disfrutar del British Museum. Imposible verlo todo. Había que seleccionar las obras de arte, organizarse, planificar. En el folleto que puedes encontrar en la entrada, aparece un plano junto con los imprescindibles que no te puedes perder. De modo que decidimos hacer esa ruta, y aún así nos ocupó las 3 horas. El museo es impresionante. Llevaba años queriendo verlo.
Es inmenso, y se necesitan varios días para verlo todo con tranquilidad, pero aún así, siguiendo la ruta de los imprescindibles, pudimos ver cosas fascinantes, como La Piedra Roseta.
Muchas fotos y muchos vídeos y paseo por todas las salas, parando en aquello que nos parecía más interesante. Yo tenía mucho interés en ver la biblioteca de la que hablaba Virginia Woolf en "Una habitación propia", pero resulta que esa biblioteca fue transformada y pasó a ser también sala de exposiciones del museo, si bien se conservan bastantes libros y estanterías, y fue, sin lugar a dudas, la zona del museo que más me cautivó.
Puesto que a las 13:00 h teníamos que estar en nuestro siguiente destino, sobre las 12:40 h le comenté a Ali que no podía irme sin visitar la tienda del museo. Amo las tiendas de los museos, lo confieso. Siempre tengo que llevarme algo de recuerdo. En esta ocasión fueron dos ejemplares de la ya mencionada "Una habitación propia", en una edición preciosa, pequeñita y en inglés, por supuesto. La tengo en español y me interesa especialmente leerla en inglés, trabajarla, estudiarla. Un ejemplar era para mí y, el otro, para regalar a esa persona que me condujo hasta Virginia. Y dos lápices. Colecciono lápices de los museos, no me preguntéis por qué. Pero me gustan.
Y a estas alturas una cuestión puede que ronde por vuestras cabezas: ¿por qué tanta prisa?, pues porque a las 13:00 h teníamos reservado algo que nos hacía mucha ilusión. Un "Afternoon Tea" en un lugar encantador, "Tea and Tattle", que hubo que reservar con muchísimo tiempo de antelación. ¿Que cómo supimos de este lugar? Pues como no, gracias a Ali y a Orangepassport, una cuenta de Instagram dedicada a Londres. El sitio es una hermosa tetería donde disfrutamos del tradicional afternoon tea, que consiste en una torre de pequeños sandwiches, scones y diversos tipos de tartas. Lo puedes acompañar de te o de unos ricos smoothies. Me decidí por este último. Fue un momento muy British. Sublime. Me dan paz estas experiencias y estos lugares. Estábamos encantadas de la vida, disfrutando en este sitio tan bonito y tranquilo, con esa vajilla y con esos pastelitos. Todo riquísimo. Para finalizar, una limonada, también riquísima.
Nuestra ruta de hoy continuaba hacia un lugar especialmente ilusionante para mí. Nos dirigimos hacia el barrio de Bloomsbury, en busca de los lugares donde habitó y paseó Virginia Woolf. Atravesamos Rusell Square en dirección a Gordon Square, 46, la casa en la que vivió Virginia durante una época de su vida. Es curioso que en las placas de la puerta no figura su nombre, si no de los de su hermana y su cuñado, que también vivieron allí.
Hay que desplazarse hasta Tavistock Square y el Hotel Tavistock para encontrar una placa donde se indica que en ese lugar vivió, junto a su marido, Virginia Woolf, en una casa que fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial y en cuyo lugar se edificó lo que ahora es un hotel. Pero lo que más me emocionó fue pasear por esos parques, imaginando a Virginia caminado por ellos, durante tantos años, absorta en sus pensamientos.
Fue emotivo encontrar una pequeña estatua en su honor en la esquina de Tavistock Sq, un parque bonito y frondoso, a la vez que melancólico, quizás triste.
Desde allí continuamos caminando hacia el norte, dirección The British Library. Un lugar también impresionante por su arquitectura, su amplitud, el bloque central repleto de libros de arriba abajo y espacios abiertos de trabajo, invadidos de gente joven con sus ordenadores, estudiando, trabajando. Disfrutamos paseando por todas las plantas. Lo cotilleamos absolutamente todo. Luego, a eso de las 17:00 h nos empezaron a echar. Algún evento se celebraba ese día y había que desalojar las estancias principales.
Y desde aquí, cruzamos al otro lado para dirigirnos hacia London St Pancras, una estación de tren y centro comercial, donde se ubica el árbol de navidad hecho de libros de la famosa librería Hatchards. Sabíamos de su existencia, nuevamente, a través de Orangepassport, y queríamos verlo sí o sí. Allí nos hicimos las deseadas fotos y mientras estábamos en ello, una chica se acercó a mí y me entregó un regalo, envuelto, que adivinaba ser un libro. Me sorprendió mucho. Al parecer lo van repartiendo a algunas personas, como un regalo navideño y publicidad para la librería.
En esta estación se ubica también una escultura impactante tanto por sus dimensiones como por lo que representa, de Paul Day, "The Meeting Place Statue". Una pareja besándose, no se sabe si un encuentro o una despedida. Hermosa, en cualquier caso.
Desde allí, cruzamos hacia King's Cross St. Pancras, la estación de "Harry Potter", donde se encuentra la "Plataforma 9 3/4". Escandalosa la cola que hace la gente para hacerse la foto junto al carro con maletas que atraviesa la pared. Por supuesto, ni se nos ocurrió hacer la cola, teníamos que marchar rumbo a otro gran evento de este día. Nos íbamos al Drury Lane Theatre, a ver el musical de Frozen, que comenzaba a las 19:00 h. Nos hacía una especial ilusión ver un musical en Londres. Ya lo hicimos en Broadway, cuando estuvimos en Nueva York, y queríamos repetir, esta vez aquí.
Maravilloso el teatro. Y qué decir del musical, Frozen. Los pelos de punta nada más comenzar. Potentes voces, puesta en escena, vestuario, bailarines, actores, músicos impecables. Todo de 10, no puedo decir otra cosa. Disfrutamos muchísimo durante las más de dos horas que dura el espectáculo. Son momentos, experiencias, que se recuerdan siempre. Sencillamente, un trabajo fabuloso.
Al salir del teatro, y a pesar del cansancio que arrastrábamos desde la mañana (llevábamos ya más de 12 horas de caminata), paseamos hasta Convent Garden, que está muy cerca del teatro. Decoración navideña digna de ver, aunque nuestras fuerzas flaqueaban a esas alturas, de modo que dimos un par de vueltas por la zona, y nos dirigimos al metro, con destino a nuestro hotel.
Eran las 22:00 h, y habíamos salido a las 9:00 h del hotel. Tocaba recogerse, descansar y prepararse para otro día lleno de museos, visitas y lugares por descubrir.
Mientras repasaba mentalmente en la cama la cantidad de información que había recibido durante este día, a través de la vista, el gusto, el tacto, el olfato....no podía dejar de sentirme afortunada por la suerte de poder estar donde quiero estar, y hacer lo que quiero hacer. De poder disfrutar todas estas experiencias, ganadas a pulso después de tanto estudio y sacrificio. Pero aquí estábamos. Imaginaba el momento de tener que describir el día de hoy en el blog que ya pensaba escribir. Sabía que podría describir las rutas, los lugares y los espacios. Pero las sensaciones, los sentimientos, las emociones, ¿podría? No sé si lo habré conseguido, lo que si sé es que, mientras no sufra de amnesia, todo esto quedará en mi memoria.
Buenas noches, Ali. Buenas noches, Cristil.
Comentarios
Publicar un comentario